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TRÓPICAL CÁDIZ

¿Estamos preparados para bailar en cualquier parte del mundo?

Los españoles son grandes viajeros. Cuando eligen un nuevo destino se empapan leyendo libros y consultando guías de viaje por Internet, se vacunan, llevan toda clase de medicinas, no les falta el diccionario ni los consejos de cómo comportarse. Si un bailador o bailadora de salsa visita los países donde se cultiva ese ritmo: Puerto Rico, Colombia, Cuba, Venezuela… ¿Sabría manejarse con soltura? Permítanme ponerlo en duda.


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La primera vez que mi prima Laura Farina pisó una salsoteca en España salió llorando. La pobre venía de Panamá donde bailaba sus salsitas como cualquier caribeño, sin aspavientos pero con mucho sabor. La sacó un chico y al ver que la mulata no pudo hacer bien un “dile que no” (ella ni conocía esa expresión) la dejó tirada en la pista diciéndole: ¡Yo pensaba que sabías bailar! Como si el ser negrito te diera licencia para saber moverte.

Otro trago muy amargo lo pasó una gran amiga venezolana recién llegada, que accedió a bailar con un chico y al acabar la canción vio como éste se dio media vuelta y la dejó en mitad de la pista, allí tirada. Mi amiga me contó que se sintió “usada” y eso le partió el corazón.

omo soy caribeño, yo entiendo a estas dos chamacas. Pero si el lector es un salsero de aquí, lo más seguro es que piense que los latinoamericanos somos tremendamente susceptibles (y eso no está tan lejos de la verdad). Hay códigos en el baile, reglas en las pistas de las discotecas que tienen que ver mucho con la cultura de los pueblos. Esto también debería de enseñarse en las escuelas de baile.

Otra cultura En muchos países del Caribe y Sudamérica, las reglas de educación dictan que si le pides bailar a una chica que está sola, una vez termine la canción la dejes justo donde la encontraste, des las gracias y sigas tu camino. Si la chica está acompañada el ritual es distinto. Tienes que pedir permiso al varón o varones del grupo (sean novio, padre o amigo) para sacarla a bailar, y éstos se te darán su consentimiento… o no.

Pero como en todas partes se cuecen habas, también es cierto que hay muchos latinoamericanos que sacan a bailar a las chicas tomándolas imperativamente de la muñeca y arrastrándolas a la pista sin mirarlas, dando por hecho que las chicas se mueren por bailar con ellos…A esos, chicas, hay que pararles los pies y enseñarles a ser educados. Muchos se pondrán chulos diciendo:¡Encima que te saco! Y otros pedirán disculpas e intentarán enmendar su error con humor.

Conquistas, ligues y malos entendidos A diferencia de los europeos, los caribeños somos muy tocones. Tal vez el exceso de cariño pueda dar lugar a malos entendidos, sobre todo si los chicos piensan que tienen a la chica metida en el bote porque les sonríe y se les acerca mucho. Bailar pegado allá es algo común. Pero la gente escoge con quién hacerlo. Si la chica pone el codo entre ambos, no querrá que te acerques, si en cambio pone la mano en tu espalda y deja que te acerques sin reparo te está dando su permiso. Si te rodea el cuello con su mano ¡Estás de enhorabuena! Porque seguramente es que le gustas más allá del baile.

A la mujer caribeña se le conquista por el oído. Decir cosas bonitas mientras bailas es la mejor manera de ligar. Si en cambio le das vueltas como un trompo, como se suele hacer aquí en España, lo más seguro es que te deje a mitad del baile y se marche muy molesta.

¡Cuidado con las tortillas! Y no me refiero a las de patatas. En España ver a dos chicas bailar juntas es lo más normal del mundo. En cambio hay algunos países latinoamericanos en los que ver a dos mujeres juntas bailando es sinónimo de lesbianismo. Es triste, pero es así. Si eres chica y sacas a otra pueden entender que seas de la otra acera y no acceda porque le perjudicas ante los suyos. Eso se hace más bien dentro de casa, pero no en sitios públicos.

Y sigue el machismo La mujer española es más liberal, no sólo en el baile. Últimamente en temas de ligoteo están tomando la iniciativa más que nunca. Un hombre de aquí jamás pensaría que una chica quiere algo con él sólo por sacarlo a bailar. Lo más seguro es que se sienta alagado porque es una forma de decirle ¡qué bien bailas! En el Caribe hay que tener cuidado, queridas bailadoras. Si no hay confianza, lo mejor es esperar a que te saquen para que no te tachen de chica fácil.

Bailar solo es de locos Otra costumbre que impacta a los caribeños recién llegados es ver a alguien bailar solo. Si eso se hace al otro lado del charco sólo cabe pensar: o está loco o está borracho. Yo también me sorprendí cuando llegué a España y vi gente bailar sola, pero a la vez me encantó. Me gustó que la gente pasara de todo, y si es hombre y nadie quiere bailar con él, o si es mujer y no la sacan a bailar, no se quedan con las ganas ni se cortan por el qué dirán. Deberíamos tomar ejemplo de ello en nuestras tierras.

La discoteca no es un plató de TV En países europeizados como Argentina y Chile, en los que la salsa es una moda “reciente” e importada, el comportamiento en las salsotecas es muy similar al de aquí. Hay escuelas de salsa, se bailan muchos estilos y se hace la salsa-show muy exhibicionista. En el Caribe, en los pueblitos, en las playas, más allá de los cabarets y espectáculos de hotel para guiris, la gente llana baila muy normalito. En este tipo de lugares bailar salsa con demasiados nudos, demasiadas acrobacias y exagerados movimientos de cadera y brazos es una cosa que desentona mucho. A unos les causará sorpresa, a otros les molestará tanto afán de protagonismo y otros se partirán de risa pensando que son de algún ballet de la televisión.

Ni aquí, ni allá, ni en Pekín Debería evitarse preguntar a alguien que sacas a bailar: ¿Qué estilo bailas? La mayoría de los salseros del mundo no van a escuelas. No saben la diferencia entre bailar salsa L.A., New York, o hacerlo al “Uno” o al “Dos” y tampoco saben que es un “Setenta”. Un bailador consciente saca a su pareja y con dos pasillos sabrá qué puede hacerle y qué no. Es cuestión de descubrirlo mientras bailas. Claro que eso no se puede hacer si al primer compás sueltas tu repertorio de vueltas. Ni en España, ni el Caribe, ni en ningún lugar del mundo se debería hacer semejante pregunta.

Pasaporte salsero El mejor pasaporte para un viajero salsero es tener la mente abierta, aprender de todos, aceptar lo distinto… ¡Ah! y si le gusta beber, recordar que allá no decimos cubata, sino Cuba Libre, que es de ron añejo con Coca-Cola y que el Whisky sólo lo mezclamos con agua, soda o agüita de coco. ¡¡Feliz viaje!! ¡¡Y a Rumbear por el mundo!!

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